Este 22 de julio se celebra el aniversario 15 de la premier del musical biográfico cubano “El Benny”, de Jorge Luis Sánchez, en los cines Charles Chaplin y 23 y 12.
Realizada en 2004, y estrenada al año siguiente, «El Benny» destaca por su profesionalidad y rigor a la hora de recrear el ambiente cultural de los años cuarenta y cincuenta, además de operar el milagro de devolvernos la imagen psicológica, la voz, los gestos y la personalidad de un mito, uno de los artistas más populares y descomunales de la música popular cubana.
La principal estrategia de Jorge Luis Sánchez, el director y guionista, consistió en desmarcarse del calco, más bien se empeñó en representar la esencia humana e inquietud creadora de un cantante y compositor inmenso y, sobre todo, autodidacto.
Como el filme presenta a un actor haciendo de el Benny (Renny Arozarena) que muy poco se le parece, entre el director y el histrión se dedicaron a exponer las líneas generales de su personalidad y proyección escénica, de modo que la película nunca pretende bordar en detalle la biografía exacta ni mucho menos ofrecernos la copia fiel de un artista inimitable, puesto que tampoco pudieron usar, por temas de derecho de autor, la voz y las grabaciones originales.
El actor Renny Arozarena se encargó de interpretar a el Benny, y su actuación es tan convincente, tan fuerte, que uno olvida luego de unos minutos que este hombre se parece muy poco, físicamente hablando, a quien está interpretando, doblando y, por ende, su mérito es doble.
El actor estuvo unos dos años trabajando en el personaje y seis meses en el proceso de casting hasta que lo seleccionaron. Arozarena se ve acompañado por un elenco grande de intérpretes entre los que sobresalen, en pequeños papeles, Mario Guerra, Isabel Santos, Enrique Molina, Salvador Wood y Laura de la Uz, por mencionar solo algunos de los que logran sobresalir en un elenco muy extenso.
Jorge Luis Sánchez y su equipo de colaboradores tuvieron que rehacerlo todo, incluida la difícil, casi imposible, caracterización del gran showman y, por tanto, debieron encontrar a alguien que cantara muy parecido y, además, reproducir todas esas canciones clásicas con un sonido bien similar al antiguo, pero que sonara más contemporáneo.
Juan Manuel Ceruto se encargó de la banda sonora musical, de ahí que fue el responsable de trabajar en directo con el juglar santiaguero Juan Manuel Villi, encargado de ponerle voz a todas las canciones de El Bárbaro del Ritmo. Debe aclararse que en la banda sonora también trabajaron los Orishas, Chucho Valdés, quien interpretó una pieza al piano, y Juan Formell, encargado de componer un tema inédito, de tributo al gran artista, que se escucha al final de la película.
El director de fotografía, en estrecha coordinación con el realizador y con el director de arte, trató de concretar en imágenes las divergencias notables entre el Benny público y el privado, entre el lujo y la humildad, entre momentos de violencia y de concordia y tranquilidad. Es decir, que la película toma cierta imaginería propia del cine musical en cuanto a la caracterización de bares y luces de neón, sensualidad y mucho escenario, y todo ello es obra, sobre todo, de dos creadores: el director de fotografía José Manuel Riera y el director de arte Erick Grass, dos profesionales importantísimos a la hora de concretar la visualidad de una película tan singular en el contexto del cine cubano como “El Benny”.
Mucho perseveró el equipo en la materialización de este proyecto, a pesar de las ingentes dificultades de todo tipo.
Luego de haber reunido un plantel de profesionales extraordinarios, decidieron alejarse de la imagen naturalista y de la biografía ortodoxa, de modo que en la película aparecen incidentes más o menos fantaseados, personajes que resumen a varias personas de la vida real y peripecias que favorecen la identificación de todos los públicos con un personaje complejo como el Benny, aunque a pesar de todos los cambios obligatorios e intencionales intentaron no traicionar nunca la psicología, el carácter, el temperamento y ciertos principios que guiaron la vida del artista-protagonista, visto aquí como un personaje trágico, con un destino inexorable.
A pesar de que Benny Moré y su época están recreadas más que reproducidas en detalle, aunque la figura central es tratada con respetuosa ambigüedad, como le cuadra a la mayor parte de los filmes biográficos, y no obstante que casi todos los elementos de la realización nos indiquen que se trata de algo figurado, de una representación netamente ilusoria y pensada para agradar, El Benny posee la capacidad de atrapar a la mayor parte de los espectadores y cautivarlos con su colorido y su banda sonora, con el poder de sus intérpretes y con la misteriosa recreación de un mito, inexplicable como todos los mitos.
Ahí radica, tal vez, la mayor virtud de la película, en su capacidad para entregarnos una imagen muy particular, la de Jorge Luis Sánchez y su equipo, de un artista inmortal, una imagen que reaviva en los públicos el recuerdo del eterno artista, y con ello basta para conferirle vivacidad y prestancia a una película.
Porque el cine es también un medio de confirmación de los valores culturales propios, y El Benny es una muestra de la capacidad del cine cubano para ratificar y recrear uno de los iconos más complejos y notorios de la música popular cubana. Porque en cualquier antología mínima tendrían que estar, de acuerdo con el parecer de este cronista, Celia Cruz, Rita Montaner, Esther Borja y Elena Burke, y además están las tres B doradas: El Bola, Barbarito Diez y El Benny.
Jorge Luis Sánchez llegó a El Benny, su ópera prima en la ficción, luego de realizar documentales muy importantes en el contexto de los años ochenta y noventa, como “El fanguito” y “Un pedazo de mí”. Después realizó el filme también musical “Irremediablemente juntos” y más tarde emprendió sendos filmes históricos, “Cuba libre” y “Buscando a Casal”.
De modo que “El Benny” forma parte de un tipo de cine cubano que vuelve la vista al pasado para ofrecer locaciones y vestuarios elegantes, glamorosos; así clasifica, junto con “La Bella del Alhambra”, como uno de los mejores filmes musicales realizados en Cuba, una producción que, como escribimos antes, verifica ante nuestros ojos el milagro de revivir a ese personaje enardecido, desmesurado y genial que fue Benny Moré.
Y ese es el mayor elogio que puede hacerse al filme, su capacidad para validar su versión de un personaje inimitable.
Este artículo, publicado originalmente en Cubacine, portal del ICAIC, se reproduce bajo el permiso de su autor.
La Habana, enero de 1963. Profesor y periodista, ejerce la crítica cinematográfica y de arte en las publicaciones Juventud Rebelde, El Caimán Barbudo, Revolución y Cultura, Cine Cubano, La Jiribilla, Temas, Cuba Contemporánea, OnCuba y Progreso semanal. Sus trabajos especializados en el tema audiovisual han sido publicados en Cahiers du Cinema española, Cinemas d’Amerique Latine, revista de la Latin America Studies Association, Sinergias del cine latinoamericano de la Universidad de Cambridge, entre otras.