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Más que como editor de ELCINEESCORTAR,  sino como gran amigo de ese cinéfilo contumaz que es Amaury Pérez Vidal, a quien me unen entrañables experiencias de vida y trabajo, recibí un correo personal con sus impresiones sobre la pasada entrega de los Premios Oscar. Amaury, amablemente, me autorizó a compartir este texto con nuestros lectores.

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Después de ver toda la bazofia que compitió en los Premios Oscars 2017, y cuando parecía que debía «abandonar toda esperanza» -como terriblemente reclamaba el cartel con la frase de Dante Alighieri que presidía algunos campos de exterminio nazis- encontré ¡LA PELÍCULA!: “Hacksaw Ridge” de Mel Gibson.

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Los Oscars no son ni Cannes, ni Venecia, ni Berlin, ni San Sebastián, ni tampoco los César, los Donatello, los Goya, ni los Bafta.

Los Oscars, según mi punto de vista, fueron -y deberían ser si no quieren extinguirse por tener menos audiencia televisiva cada año- el galardón de los excesos, y no el de los bajos presupuestos o las improvisaciones. Para eso está, solo por poner un ejemplo, el Sundance Festival. Se invirtió más dinero en los vestidos y joyas expuestos en la alfombra roja que en las producciones cinematográficas promovidas por la Academia.

La película de Mr. Gibson es la ÚNICA que viene a recuperar las glorias de antaño sin el tedio de las producciones de esta temporada de premios. En casi todas las películas en competencia salta a la vista la falta de cuidado por inexperiencia de sus directores.

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Dos no las pude terminar: “Fences” y “Hell or high water”. Otras me parecieron películas que pudieron ser y no fueron: “La la land” por la aridez y falta de energía de Ryan Gosling, la ligereza actoral de Emma Stone y la falta de presupuesto, agregada a la pobre imaginación de una partitura musical muy comercial y reiterativa, y “Manchester by the sea” donde Casey Affleck se queda sin recursos expresivos por culpa del metraje excesivo y termina repitiendo una y otra vez las mismas caritas que salvaron la primera hora del film.

La peor para mi fue la racista, lenta, sexista y homofóbica “Moonlight”. ¡Sí, homofóbica!.

Filme tosco en su diseño general, con un guión débil, una fotografía digna para un festival de aficionados, y la desagradable sensación de que si eres gay, pobre y negro el único camino que te queda es la delincuencia, el narcotráfico, el closet, o casarte y tener hijos. La odié por confusa y manipuladora.

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En otro tema: Viola Davis le agarró el gusto a los mocos (no puede llorar sin ese complemento), a Denzel Washington se le acabó la gasolina hace años, y el Oscar de Mahershala Ali, co-protagonista de “Moonlight”, se lo otorgaron para compensar al gremio afro-americano de Hollywood por el brutal desliz del año pasado y gracias a las perretas de Spike Lee y la señora de Will Smith. Cualquiera de los otros nominados lo merecía más que él.

Ah… a Andrew Garfield por “Hacksaw Ridge” le debieron otorgar el Oscar: su actuación soberbia y contenida es impecable. Y a la película por su fotografía, edición (fue premiada), música y dirección de arte que, junto al sonido y los efectos especiales, llevan al film hasta las alturas, contando con un Mel que una vez más demuestra que hay que «tocárselos» como director cinematográfico.

Quedaron fuera dos excelentes filmes: “Allied” de Robert Zemeckis, fiel discípulo de Sydney Pollack, y la maravillosa y ciertamente perturbadora “Nocturnal Animals” de Tom Ford.

La deliciosa “Florence Foster Jenkins”, donde Meryl Streep debió ganar su cuarta estatuilla, fue ninguneada sin escrúpulos.

De las demás ni vale la pena un comentario.

Abrazos.

Foto de portada: cortesía de Amaury Pérez y Peti González

One thought on “Amaury Pérez Vidal nos escribe sobre los Premios Oscar 2017”

  1. Barry Jenkins y Tarell Alvin McCraney son dos chicos negros nacidos en Liberty City, un barrio pobre y «duro» de Miami. El primero director de Moonlight y el segundo su guionista, quien nunca imaginó que su ensayo para la escuela, basado en una experiencia personal, se convertiría en todo un suceso en Hollywood. Una película que no merece los calificativos «racista, lenta, sexista y homofóbica». Y que por supuesto no lo es.

    Esta cinta abre las puertas, muchas puertas, a la esperanza. Y sus realizadores son la prueba viviente de ello, han conseguido hacer una buena película independiente y el cine es caro, que eso hasta un niño lo sabe. Es simplista afirmar que «si eres gay, pobre y negro el único camino que te queda es la delincuencia, el narcotráfico, el closet, o casarte y tener hijos». No, ese no es el mensaje.

    James Laxton, quien dicho sea de paso ha ganado con Moonlight el premio de Los Angeles Film Critics Association Awards, National Society of Film Critics Awards y New York Film Critics Circle Awards (entre muchos otros), nos brinda una fotografía realista, fuerte, que busca contrastes, mucha luz, casi ninguna, mostrando lo que hay sin edulcorar, porque Liberty City no es el paraíso de los comerciales miamenses para turistas. Es una ciudad donde la mayoría de la gente vive por debajo del nivel de pobreza con todo lo que eso trae aparejado. Si una buena fotografía debe ser «bonita»… aquí no hay que seguir hablando.

    En general, esta valoración de Moonlight y los Oscar 2017 es lo más superficial que he leído hasta ahora y gana, precisamente en la superficialidad que se critica, al evento mismo. Los Oscars, al igual que los Festivales de Cannes, Venecia, etc, llevan 89 ediciones siendo lo mismo: alfombra roja con desfile de estrellas en costosos vestidos casi siempre entregados por sus diseñadores como intercambio promocional y joyas prestadas por las casas famosas para que las luminarias las mencionen al ser entrevistadas. Esa parte de los Oscars es el espectáculo banal que a unos gusta y a otros no y que, en realidad, nada tiene que ver con el cine. Como le he oído decir a Juan Carlos Tabío, director de cine cubano: campeonato de cine. Por ser campeonato a veces no gana el mejor, como sucedió con la magistral fotografía del mexicano Rodrigo Prieto en Silence, la película de Scorsese, que pasó sin penas ni glorias.

    Cierto que en cuestión de gustos cinematográficos no hay nada escrito, por ello todas las valoraciones están sujetas a la crítica o al aplauso. Al que no le guste el desacuerdo con su opinión… que aguante.

    Gracias por dejarme opinar aquí, mi estimado Manuel, porque sé que defiendes el buen cine, lo amas y este blog que llevas con laboriosidad de hormiga es muestra de ello. Gracias!

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