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Este viernes fue, para muchos que la amamos y seguiremos amándola, un día muy triste. Inmerso en el dolor, uno llega a pensar que ni el paso del tiempo sanará la herida profunda que nos ha marcado al amanecer con la noticia de la muerte de la compositora e instrumentista Lucía Huergo, figura fundamental de la música cubana contemporánea, a los 63 años, aquejada de un carcinoma pulmonar.

Los que nos aferramos a creer que una terapia sanadora iba a dejarnos disfrutar, por mucho tiempo, de su encanto permanente, su alegría infinita, la bendición de su talento pródigo, su amistad a toda prueba y la fe de su incondicionalidad como creadora -o confidente- en cada aventura discográfica, teatral, danzaria, televisiva o cinematográfica, tendremos que resignarnos a la desgarradora verdad de su partida.

Proyecto inconcluso

Quienes tuvimos la suerte de conocer, trabajar y ser amigos de Lucía Huergo, nuestra Lucero,  andamos devastados entre el dolor infinito y la desesperanza. En el vastísimo ámbito del quehacer musical y la cultura cubana, decir Lucía conlleva irremediablemente a prefigurar dos íconos grandiosos: el filme antológico de Humberto Solás y Lucía Huergo.

Hablé con ella hace tres dias y la sentí alegre, como siempre, entusiasmada en seguir componiendo los temas de Juego bajo protesta, el largometraje documental que emprendí como director sobre la visita de los veteranos de Industriales a Miami en agosto de 2013. Había compuesto ya más de la mitad de la música incidental del filme y puedo dar fe de su excepcionalidad y su hondura emocional. No sé qué pasará ahora que no está, quién podrá -como solo ella sabía- dar continuidad a un legado que acaba de dejar inconcluso, pero el reto que nos ha dejado Lucero será dificil de superar.

Todavía Lucía Huergo dará mucho que hablar cuando se estrene algún día este, su último proyecto como compositora, en el que me ha tocado la alegría de su colaboración incondicional.

Ya habíamos colaborado antes, en el 2012, en otro proyecto cinematográfico: el largometraje de ficción La película de Ana, de Daniel Díaz Torres, para la que Huergo  realizó la banda sonora. Y en otros proyectos documentales o de otra naturaleza por casi 20 años.

Una carrera fecunda

Con una sólida formación académica, Lucía se abrió paso en la década del 70 como una intrumentista versátil y extraordinaria en las recordadas agrupaciones de Cotán, Sonido Contemporáneo y en descargas de jazz en el Johnny’s Dream habanero. Aunque muchos la asocian al saxofón soprano y la flauta, Lucía era una virtuosa en el clarinete, el oboe, los teclados electrónicos y el difícil mundo de la programación de música en formato digital, en lo que fue una precursora en Cuba.

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Así se inició en el complejo trabajo de orquestación. Su llegada al afamado grupo Síntesis fue crucial, justo en un momento en que por la banda habían desfilado estrellas de la talla de José María Vitier, Juan Carlos Valladares, Gonzalito Rubalcaba y Ernán López-Nussa. En el primer disco de la agrupación durante su tránsito, Hilo Directo (1986), destacan dos piezas compuestas por ella y que forman ya parte del patrimonio musical cubano: “Asoyín” y “Meregguo. En el siguiente disco, Ancestros (1987) firma “Titi Laye” y “Eyeleo”.

Para el crítico Humberto Manduley, “quienes hayan seguido a Síntesis en el último cuarto de siglo entenderán fácilmente la labor de Lucía en una proyección desarrollada luego, con creces, por Esteban Puebla (su reemplazo) y el binomio de Carlos y Equis Alfonso”.

Lucía Huergo (al centro) en los años gloriosos del grupo Síntesis.
Lucía Huergo (al centro) en los años gloriosos del grupo Síntesis.

En 1988 pasa al grupo Mezcla, donde compone varios temas en los discos Cantos (1992), con la presencia de Lázaro Ross, y  Fronteras de sueños (1994).

Compositora exquisita

Lucía demuestra originalidad en la creación instrumental y vuela arrobada de una inspiración incontenible por los más disímiles géneros, como revela una de sus obras cumbres como solista: el disco Sinfonía Hemingway, de 1996.

Otros discos como Lucía (2003) y Zona Azul (2010), revelan su exquisitez como compositora, arreglista, intérprete, cantante y productora.

Múltiples fueron sus colaboraciones creativas desde los estudios Lucero Records en  discos de Teresita Fernández (Mi gatico Vinagrito, 1995); Liuba María Hevia (Travesía mágica, 2001; Ilumíname, 2002; Secretos cantados, 2007; Puertas, 2009); Yusa (Yusa, 2002; Breathe, 2005), Marta Campos (Quiero dormir con la luna, 1997; Como soy, 1999; Entre rumba, sones y boleros, 2004); Heidi Igualada (Serenata, 2001; En la línea de mi mano, 2008), Ireno García (Canta a Eliseo Diego, 1998), Amaury Pérez Vidal (Eternidad, 1998), Joseph Koomba (Out of the window, 2004) y George Haslam & Bobby Carcassés (Cuban meltdown, 2007).

A lo largo de estos años numerosos músicos cubanos contaron con la inapreciable influencia, apoyo y definitorio sello estilístico de Lucía, como fueron los casos de Elena Burke, Marta Valdés, Gonzalo Rubalcaba, Lázaro Ross, Donoban Arango, Xiomara Laugart, Kiki Corona, Ela Calvo, Mariley Reinoso, el proyecto Cubaneo, Miriam Ramos, Sara González, Telmary Díaz, Robertico Carcassés, Sexto Sentido, William Vivanco, entre una lista interminable de leyendas y figuras en desarrollo.

Durante su extensa carrera, compartió escenario con músicos de la talla de Fito Páez, Denis de Kalaf, Eduardo Capetillo y José Feliciano, y realizó demostraciones de música por computadora en la sede de la SGAE de España en Nueva York.

En el cine y la televisión deja una obra selecta: Canto a Matanzas, Las huérfanas de la Obra-Pía,  Mujer transparente,  Peter Pan, Quién dijo que esto no es amor, Copa y Espada, Ultimos días de una casa y Juego bajo protesta (inconcluso).

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Los sonidos que permanecen

Actualmente en Cuba, Radio Enciclopedia, Canal Multivisión y Canal Habana utilizan su música como patrón de identificación. Algunos programas icónicos emplean aún sus temas para su música incidental o de presentación, como Historia del Cine o Con 2 que se quieran.

Entre sus últimas entregas se cuenta la música original para la coreografía Punto ciego, de la bailarina y coreógrafa Rosario Cárdenas.

La música de Lucía Huergo nos deja a todos el imborrable tesoro de una universalidad que inspira admiración no solo por su rigor ejecutorio y conceptual, su dominio pleno de la pluralidad estilística, una experimentacion sin ataduras formales y la depurada limpieza de sus masterizaciones y mezclas, sino también por su cubanía sin par.

Lucía Huergo nos lega la humildad consecuente de su genialidad, el recuerdo de su risa contagiosa y sus chistes geniales a toda voz, sus salidas ocurrentes, ese carácter de niña astuta y bella que aunaba tantos y tantos corazones dentro y fuera de su isla.

Los Primero de Mayo parecen aciagos para la música cubana. Hace justamente un año, la muerte se llevó a  Juan  Formell. Ahora le tocó a Lucía. Donde quiera que estés, querida amiga, sigues siendo guía y consuelo. Te buscaremos en el cielo, Lucero querido, todas las noches. Danos siempre un poquito de tu luz.

REACCIONES A LA MUERTE DE LUCÍA HUERGO

Paquito D’ Rivera, saxofonista: “Hoy me enteré con tristeza de la muerte de Lucía Huergo,  colega y compatriota muy talentosa y querida por todos. Hace años en Mexico le ofrecí adoptarla y darle trabajo en mi casa como arreglista y directora musical de un proyecto de cantos africanos llevados al jazz, pero estaba muy temerosa y poco dada a la aventura, así que no me aceptó la propuesta y es una pena, pues aquí se hubiera dado a conocer  en lo que hacía como nadie, que era combinar los cantos afrocubanos con el jazz y el rock contemporáneos. Lucía será siempre recordada con afecto y admiración”.

Amaury Pérez Vidal, cantautor: “El duelo será grande, alto y profundo y la tristeza hoy inabarcable dará paso con los días a un más enjundioso estudio de sus facultades, destreza y talento. Por ahora que descanse en paz la amiga generosa”.

Xiomara Laugart, cantante: “Estoy consternada con esto. Mi amiga, mi músico, mi hermana. El dolor no cesa”.

Daína Chaviano, escritora: “Esta madrugada se ha ido Lucía Huergo, a quien siempre había considerado “la maga del saxofón cubano”. (…) Imposible olvidar sus arreglos (..) porque Lucía siempre supo imprimirles giros muy sui generis que la identificaban. Feliz viaje, maestra. Nunca pude decirle en persona cuánto la admiraba, pero su música me seguirá acompañando en mis solitarias horas de escritura, como ocurre desde hace años”.

Laura de la Uz, actriz: “No lo puedo creer… Siempre me quedará su música en La película de Ana. ¡Preciosa música! Aún no entiendo…”

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El autor de este artículo junto a Lucía Huergo, en su casa, La Habana, año 2000

 

Escuche: Eyeleo

Escuche: Sinfonía Hemingway

Vea: Lucía Huergo y Síntesis, 1985

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