NOTA ACLARATORIA:
Por razones profesionales me he sentido impedido de reproducir en tiempo las opiniones diversas que ha generado el artículo de Gustavo Arcos «El cine cubano y su carpe diem», al que le siguió el mio «El cine cubano, su carpe diem y el jinete sin cabeza».
Este último ha generado dos cartas a mi persona, publicadas originalmente en «Cine Cubano: la pupila insomne» de mi entrañable Juan Antonio García Borerro: una del gran cineasta cubano Juan Carlos Tabío, que publiqué en este sitio, y otra de mi querido amigo y cineasta Juan Carlos Cremata Malberti, de septiembre 30, que reproduzco a continuación.
Existen otras opiniones derivadas, que también han sido publicadas en ambas bitácoras.
En mi artículo hay una cita que ha acaparado casi todos los argumentos de riposta, y con razón: insultante para unos, romántica para otros, irrespetuosa quizás. Otros me han escrito agradeciéndome por poner en palabras sus pensamientos.
Como dice Cremata, nadie es dueño de la verdad, mucho menos cuando ésta se podría solo percibir en un poliedro infinito de circunstancias, razones y sinrazones. Expuse un criterio y soy receptivo a su denostación, y a hacer públicas en mi sitio las mismas, porque creo que es necesario ser fiel a la cultura del debate franco y argumentado, que nos ayuda a crecer, a madurar, a re-pensar. A todos.
Juan Carlos Cremata -el cineasta y gran amigo, que se encuentra enfrentando unas circunstancias malditas y absurdas como creador- me ha escrito hoy otra carta, esta vez personal. El aprecio y el respeto que emana de la misma, su innecesaria «disculpa» por la respuesta para él ineludible, me hacen reafirmar lo que siempre supe: el gran ser humano y artista con altísimo sentido del deber que es. Cualidades derivadas de una familia -con una madre extraordinaria- que vive y muere por y para el arte, que sabe cuánto les amo, y que no podría morir sin volver a degustar esas torrejas que con tanta exquisitez solo sabe hacer Iraida.
Para mi no hay mayor prueba de ética, honestidad y cariño que reprobar, con amor, los criterios de un amigo.
Manolo:
Todos los proyectos que hasta ahora ha sacado el ICAIC este año (incluyendo el mío y hasta el que no ha estrenado Jorge Luis Sánchez) son resultado de la Presidencia anterior.
Es decir, son coletilla del anterior gobierno, rezagos del pasado, o lo que es lo mismo, resultados de otros tiempos. Sólo la obra de Santana y la actual película que termina Fernando Pérez son gestiones de la actual nomenclatura.
Decir que el G20 es Fernando Pérez (que parece un dios como lo pintas, en lugar del tremendo ser humano que es, con sus virtudes e imperfecciones) y que los demás somos sombra, es desconocer la labor de todos los que incluso NO están en el G20 y luchan, desde Cuba, y con sus obras o palabras, porque el cine se respete, se dignifique y continúe legando al futuro, y al mundo, la vida de estos inciertos tiempos.
Imprecisas son las observaciones acerca de Conducta de Daranas y sobre Fátima de Perrugorría; a las que el ICAIC se enganchó para adjudicarse logros, a última hora, que en realidad ni siquiera había ayudado a gestar.
Por mi parte pienso que el ICAIC, al igual que EL REY, hace rato SE MURIÓ.
Sólo que se han demorado en el papeleo y/o en crear la Comisión de la otra Comisión, que debe redactar el Acta de Defunción.
El ICAIC como INDUSTRIA es una quimera, una invención, una metáfora antigua, un cuento de hadas.
Debería, como en muchos otros países que han dado ejemplos de lucidez y cordura, erigirse sólo como el Instituto Cubano del Arte Cinematográfico (ICAC) y desde ahí apoyar, aglutinar, promover, ayudar, gestar y en definitiva DEFENDER nuestro cine.
Incluido el Patrimonio Fílmico y por supuesto la Cinemateca.
Incluso, el ICAIC que queda tiene que luchar con las opiniones en contra del Ministerio que lo sustenta y al que en definitiva, responde. Y de animadversiones más “arriba” que considera a los cineastas de malcriados, majaderos y poco eficientes en su nivel de impacto social.
Pero son otros tiempos y ya no hay una voz que se escuche “allá arriba”. Ni hay oídos que les interese un organismo que, además, da más pérdidas económicas que reales ganancias. Porque las posibles ganancias se las comen los vendedores ambulantes de DVDs o los proveedores de “paquetes”, porque tampoco la gente va tanto al cine como antes, excepto en el Festival.
TODOS sabemos, desde adentro, que el final del ICAIC será la fusión tan añorada desde hace años, con el maniatado, amordazado, pueblerino, mediocre y manipulado ICRT. Hacia allá van todos los esfuerzos y si no lo crees, espera y verás.
Manolo, EL CINE ES PENSAR, como todo el ARTE, o al menos el arte que se respete. Lo demás es alharaca, oropel vacuo, hit parade, parque de diversiones o feria.
Y como no todo el mundo piensa (porque si no DIRIGEN) hay que dejar que, al menos, TODO EL MUNDO SE EXPRESE a su manera. Conozca o no la gramática, la semántica, la prosopopeya o la polisemia de la metatranca que es más grave que el despelote y la restricción. Que frente a la norma, la regla o lo dispuesto (léase incluso el LINEAMIENTO) prefiero lo anárquico, la redondez, lo disoluto, lo libre y por ende: lo DIVERSO.
Nadie tiene en su poder las llaves de la sabiduría y de todos es deber aprender de los demás.
Que el saber NO ocupa espacio. Y se sabe tanto leyendo, como oyendo lo que piensan y sienten los demás, aunque no sean letrados, aunque tengan pocos años, aunque nunca hayan cortado un celuloide o hayan viajado sólo a noventa millas de su terruño natal.
La Habana, 1961. Destacado director de cine y teatro. Graduado de Teatrología y Dramaturgia por el Instituto Superior de Artey de la especialidad de dirección por la Escuela Internacional de Cine y Televisión, con múltiples premios y reconocimientos. Actualmente reside en Miami.
Cremata, noto por tus palabras que mantienes firmes tu posición con respecto a lo que el cine, y por ende el ICAIC, representan para el artista y para el país. Esto me alegra sobremanera. Yo, como algunos de los dinosaurios que vejetamos, después de agotarnos dando cabeza contra pared en los primeros tiempos, nos sentimos orgullosos de tu actitud. Ni que decir de todos los honores que has recibido por tu trabajo y dedicación. Nos conocimos en Austin, Tx. durante la presentación de «Nada» y ciertamente me quedé encantado de nuestra conversación. Me imagino que te alegrará saber que mi yerno, Greg Dorchak, al que te presenté junto con mi hija, todavía tenemos las fotos que tomamos, si me mandas un email te puedo enviar copia, se arriesgó saltar de actor a director y ya estrenó su primer largo «Copy King» con tan buena suerte ( eso ayuda desde luego ) que la presentó en un festival de Carolina del Norte y le dieron el premio a la mejor película de un novicio. Cuando me trajo el (ni me acuerdo como se llama) le dije que era la influencia de un director cubano. Me alegro haber leido este sitio tan interesante, pues no había tenido el medio para saludarte. Abrazos y buenos deseos. Siempre L. Zayas