Una colección de 3000 carteles cubanos de cine pertenecientes al Instituto Cubano del Arte e Industria Cinematográficos (ICAIC) quedó inscrita el pasado miércoles 12 de julio en el Registro Nacional del Programa Memoria del Mundo de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO).
Según el portal de la UNESCO, el Programa Memoria del Mundo promueve la preservación y el acceso a la herencia documental de la humanidad, porque es el legado del pasado a la comunidad mundial presente y futura, asegurando su preservación por los medios más apropiados, además de lograr la concienciación en los Estados Miembros de ese patrimonio que sean significativos en términos de una memoria mundial común.
El Programa Memoria del Mundo determina el patrimonio documental de importancia internacional, regional y nacional; lo inscribe en un registro, y otorga un logotipo para identificarlo. Es un proyecto internacional con una secretaría central, comités internacionales, regionales y nacionales.
En el caso de Cuba, el Comité Nacional de Programa Memoria del Mundo tiene como presidenta a Nuria Gregori, quien fue la encargada de entregar a la Cinemateca de Cuba el certificado que acredita la inscripción de la colección “Carteles Cubanos de Cine“ al patrimonio nacional.
La actividad estuvo presidida por Roberto Smith de Castro, Presidente del Instituto Cubano de Arte e Industria Cinematográficos (ICAIC), Luciano Castillo, Director de la Cinemateca de Cuba, así como representantes de la Comisión Nacional Cubana de la UNESCO; la Oficina UNESCO en La Habana; el Comité Nacional del Programa Memoria del Mundo de la UNESCO; especialistas de la Cinemateca de Cuba como Sara Vega y Dolores Calviño, quienes han jugado un papel clave en la curaduría y conservación de estas obras, e invitados del ICAIC.
Esta colección de carteles cubanos de cine es considerada parte del patrimonio del ICAIC, por su contribución a la educación visual de generaciones de espectadores a partir de sus audaces propuestas y una expresión gráfica que acompañó a la cinematografía cubana en su desarrollo desde 1959, que fueron originalmente concebidos como obras efímeras para la promoción de un filme (nacional o extranjero), una muestra, un evento, u otros fines, y muchos de ellos consiguieron recolocarse como piezas artísticas cuando pasaron a formar parte del ambiente en diversos lugares.
En los años de la década del 60 del siglo pasado, los carteles cubanos de cine lideraron la experimentación formal y conceptual, incorporando tendencias estéticas que dominaban en el panorama de las artes visuales internacional como el Pop Art, Op Art, la Sicodelia y el Arte Cinético, el uso de símbolos abstractos y elementos figurativos mediante el collage y el fotomontaje, así como utilizando la serigrafía como técnica de impresión absolutamente artesanal, que brindó una riqueza extraordinaria en las texturas.
Estos carteles, que llegaron a estandarizarse en el formato de 51 x 76 cm, rebasaron los lugares tradicionales de exhibición, como fachadas y vestíbulos de salas de cine, y fueron expuestos en estructuras concebidas especialmente para ellos en calles y avenidas de todo el país.
Entre los diseñadores gráficos de los carteles de la cinematografía cubana han destacado artistas con experiencia en la publicidad y jóvenes con formación académica: Eduardo Muñoz Bachs, Raúl Martínez, Antonio Fernández Reboiro, Alfredo Rostgaard, René Azcuy, Rafael Morante, Julio Eloy Mesa, Rolando de Oráa, Umberto Peña, Raúl Oliva, René Portocarrero, Servando Cabrera Moreno y Antonio Pérez (Ñiko), entre muchos otros.
Durante décadas, muchos carteles cubanos de cine fueron expuestos en salones internacionales y alcanzaron importantes premios.
Según la enciclopedia cubana Ecured:
“Los carteles de cine, hasta entonces despreciados y subvalorados en el universo de las artes visuales cubanas, adquirieron tal importancia que el ICAIC se convirtió en abanderado de la impresión en serigrafía en el país.”
“Bajo ese signo favorable a lo artístico, innovador y trascendente, los diseñadores del ICAIC desafiaron cualquier obstáculo. Alteraron los códigos de la comunicación visual existentes y solicitaron del espectador una decodificación mayor y más compleja.”
“Limitaron la información tipográfica al título del filme y los créditos principales sin interferir en el diseño general del cartel o integrándola de manera orgánica. Asumieron una economía de medios e incorporaron todo lo que fuese útil. En muchas ocasiones concibieron diseños de una reducidísima gama cromática sobre fondos en los que predominaban el blanco y el negro.”
“Los carteles de cine no se basaron en el condicionamiento ideológico ni en principios comerciales, sino que tuvieron siempre el propósito de enriquecer la educación visual del espectador en función de los más amplios valores culturales. De ahí su notable grado de libertad formal para expresar una determinada idea sobre el filme.”
“Carteles cubanos de cine” es la inscripción número 12 en el Registro Nacional de Cuba del Programa Memoria del Mundo, de la cual forman parte, entre otras: Fondo “José Martí Pérez” (2005), Negativos originales del Noticiero ICAIC Latinoamericano (2009), Diario de campaña y manuscritos de Ernesto Che Guevara (2013) (compartido con Bolivia) y la Colección original del periódico «La Aurora», de Matanzas (2013).
Próximamente se nominará al Registro Regional de América Latina y el Caribe debido a sus valores patrimoniales para Cuba, América Latina y el Caribe y otras regiones del mundo.
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