No puede caminar una cuadra en Cuba sin ser detenida diez veces, por lo menos… Pero igual, no hay taxi o “almendrón” que no la lleve con gusto hasta la misma puerta de su casa. Blanca Rosa Blanco da la cara en muchas de nuestras más recientes producciones para la pantalla grande y en otros espacios audiovisuales.
Yo la conocí a principios del año 2000 a través del monitor del Avid cuando comenzaba a editar una película para televisión en tono humorístico que se titulaba «Entre la espada y la pared», dirigida por Armando Arencibia. Su poderosa actuación y su magnetismo me hicieron exclamarle al director: «¿Quién rayos es esta muchacha?». En mi interior, supe instantáneamente que en ella había un relevo asegurado para nuestras producciones audiovisuales en la isla. Y no me equivoqué.
Hoy es una de las mas soberbias y respetadas actrices cubanas, con una sólida formación en nuestras universidades de arte y luego en las tablas cubanas bajo la dirección de sus mas reconocidos directores, como Roberto Blanco, Vicente Revuelta o José Antonio Rodríguez. Domina todos los géneros interpretativos y pasea con absoluto dominio por cualquiera de los medios de representación (teatro, televisión y cine).
De visita en Miami, y ya de acuerdo desde La Habana, les presento esta exquisita entrevista a una de las mas populares, queridas y respetadas actrices cubanas.
Por demás, un honor tener en ELCINEESCORTAR a mi amiga Blanca Rosa Blanco, para hablar de su vida profesional, sus experiencias en el cine cubano y el estado actual de nuestra cinematografía.
CC: Blanca Rosa, eres una actriz con una amplia formación académica, que va desde el Instituto Superior de Arte en Cuba hasta tu participación en grupos emblemáticos de teatro, como “Buscón” e “Irrumpe”. ¿Cuánto le aportó este aprendizaje a la actriz consagrada que eres hoy?
BRB: La formación académica es la única fórmula que conozco. Tal vez, si hubiera tenido otra, la estaría defendiendo de la misma manera.
Te hablo desde mi experiencia personal, desde lo que me aportó y lo que contribuye aun en la continuidad de mi carrera: el hábito por la disciplina, el rigor en el aprendizaje y, sobre todo, el valor de cada momento como un acto único. También valorar en todos los medios de expresión “el instante” y estar preparado para ello, comprometerse con otras generaciones que por años estaban haciendo historia, respetar al otro. Todo eso es parte de lo que te ofrece la academia o una compañía de teatro, como lo fue Irrumpe, y ha sido parte de mi recorrido profesional hasta hoy.
CC: Tienes una dosis de naturalidad histriónica que revela una autenticidad y genera una empatía sin igual con el público. El actor o la actriz: ¿nace o se hace?
BRB: Definitivamente, es un poco peligroso hacer una definición que luego pudiera convertirse en un dogma. Al menos en teoría conocemos que lo que nace, crece y se transforma y, en la práctica, un artista que nace, si no crece no se transformará jamás.
Ese pensamiento responde a mi defensa por la enseñanza académica, por la constancia, por la investigación. Todo eso, cuando lo sumas a lo que nace, ofrece al actor una independencia absoluta para sostener los retos.
CC: Tu trayectoria profesional ha tenido una destacada labor como actriz en muchos filmes cubanos, y también extranjeros, en los últimos 20 años, entre ellos: Kleines Tropicana, Páginas del diario de Mauricio, El Premio Flaco, Lisanka, Habanastation, Juan de los muertos, Irremediablemente juntos, Chico y Rita, Boleto al Paraíso y La película de Ana. ¿Podrías hacerme un recuento de lo que ha significado cada una de ellas en lo personal y cuanto te ha podido enriquecer trabajar de la mano de tan talentosos y variados directores de cine?
BRB: Los personajes en esa lista no han sido independientes de las películas y sus directores. Ellos han ido conviviendo en cada rol, e intentado estar a tono con el género, algo que le pregunto desde el primer encuentro al director y, después, la suerte de que surgieron en buenos momentos.
Todos muy diferentes y eso es algo a lo que aspiramos la mayoría de los actores: hacer y hacer cosas bien diversas, y que cada estética sea una prueba más.
Igualmente, todos muy difíciles y en cada uno de ellos hay una gran parte de mí, incluyendo algunas insatisfacciones, pero también tengo la tranquilidad de haber hecho la película que quiso el director, quien al final es el máximo responsable de que todo resulte. También a veces piensas que estás haciendo el personaje de tu vida y la película no resulta ser lo que esperabas.
Manolo Pérez está de manera muy especial en mi vida por la oportunidad que me dio, a través de un personaje y su película “Páginas del diario de Mauricio”, de empezar a recorrer el mundo que acompaña al cine: los festivales, los encuentros…
Luego “Habanastation”, de Ian Padrón, fue sin duda un éxito de público impresionante, con muchos premios nacionales e internacionales, y llevaré esa experiencia por el resto de mis días.
Otras, como “El Premio Flaco”, que está inspirada en un clásico del teatro cubano con disimiles puestas y versiones, la hice bajo circunstancias de mucho estrés y con muy poco tiempo de preparación. Juan Carlos Cremata me propuso el personaje una semana antes de rodar. Al final, fue un ejercicio de presión, intuición y práctica productiva: Concha Pacheco es uno de los retos más arduos a los que me he enfrentado en mi carrera y del que aprendí mucho. Fue un ejercicio muy visceral.
“Lizanka”, “Kleines Tropicana” y «La película de Ana» las hice con un amigo al que no pude despedir. No quise asumir la muerte repentina e inesperada de Daniel Díaz Torres, quien me ofreció mi primer personaje en el cine cubano y, después, siempre hacíamos lo posible por coincidir, porque nos divertíamos. Los personajes de Daniel siempre se parecían a alguna historia conocida y él era fabuloso contaminándote con ella. Teníamos planes, me había ofrecido un guión antes de abandonar esta parte del mundo. Siento que está de viaje.
“Boleto al paraíso” de Gerardo Chijona o “Juan de los Muertos” de Alejandro Brugués son roles en esa categoría llamada actuación especial y, sobre todo, para mí representan obras en las que había que estar. Aún en esos momentos en los que como actriz necesitas más, me satisface saberme parte de ellas.
“Irremediablemente juntos” es un punto y aparte en mi carrera. Un musical siempre es un trabajo muy sui generis, evidentemente espinoso y para el que no tenemos todos los recursos para hacerlo como soñamos. Es muy complicado armar un filme musical en Cuba. Lejos de haber sido un reto, su director Jorge Luis Sánchez trabajó bajo un rigor incalculable y sembró en mí una pasión desconocida por el género, estudiamos copiosamente, vimos mucho cine de ese estilo…
En el filme tengo unos de mis planos preferidos, porque sé cómo lo hice, en qué circunstancias lo hice y en cuantas tomas lo hice: un reto total de concentración. Creo, Manolito, que sabes muy bien de cuál te hablo: el plano final en el parqueo… ¿Te acuerdas? Jajajaja, estabas allí amigo, sabes cómo hicimos ese primer plano, jajaja, sin comentarios… Después, como editor de la película, escogiste para construir esa escena mis mejores momentos.
CC: ¿Cuál ha sido esa escena que te ha dejado una huella indeleble en tu alma?
BRB: Me la estas poniendo difícil…
En cada una tengo huellas, sabes que soy intensa, agotadora y exigente en la vida y en el trabajo. Acumulo esos sentimientos y se quedan conmigo.
Tengo una especial en mi memoria: una escena de “Paginas…”, tal vez por lo que se pone en boca de mi personaje, tal vez por lo que representó en su momento y por la intensidad con la que defendí como actriz a Mirta. Esa escena en que discute Mirta con su esposo y terminan en el balcón, es una de las que han dejado huellas que llevo aun conmigo. A casi 10 años de haberla hecho, sigo pensando en ese momento en que Mirta dice: TIENES RAZON, YO NO TENGO ARREGLO.
CC: ¿Cuál ha sido la escena que aun hoy volverías a repetir: a) por placer, b) por hacerla más perfectible, c) por compartir escena nuevamente con un actor o actriz admirado, c) por volver a trabajar con ese director?
BRB: Volvería a repetir la escena final en la que Moraima, de “Habanastation”, encuentra a su hijo, por una sola razón: fue la primera escena que rodé de esa película.
Volvería a repetir toda la película de “Paginas…” solo por el placer de estar en manos de Manolo Pérez y compartir con Rolando Brito.
También una secuencia de “El Premio Flaco” que me pidieron adelantarla y acepté y nunca quedé feliz con ella. Cremata, en el que confío mucho, quedó satisfecho, pero yo guardo esa espina y aprendí, desde entonces, a no hacer nada con lo que yo no me sienta preparada.
CC: ¿Con cuál director cubano ya fallecido hubieras deseado trabajar en alguna de sus películas?
BRB: Eso lleva una sola respuesta: me quedé con deseos de Titón y de Humberto Solás.
No obstante, su cine existe y aprendo mucho con esa obra, buscando el momento para ser parte de un cine como ese y de un personaje como aquellos.
CC: ¿Con quién, de los que hoy hacen cine cubano, te gustaría colaborar?
BRB: Los directores contemporáneos también están haciendo su obra. Con buena suerte logran hacer dos película o tres, lo que es casi un suceso. Los nuevos cineastas están intentando existir con su obra como generación, pero les ha tocado un momento en el que no se trata solo de talento, sino también de la tecnología y la disponibilidad de recursos.
Me gusta colaborar en esos procesos en los que todos estamos buscando algo concreto, roles seguros. No me queda mucho tiempo para contribuir con la obra insegura o experimental. Yo quiero ser parte de un proyecto de cine como el Ernesto Daranas, Esteban Insausti, Pavel Giroud, Lester Hamlet… De alguna manera es mi generación, es mi discurso y sí me gustaría ser parte de sus obras, con sus aciertos y desaciertos, incluyendo nuestras diferencias.
CC: ¿Qué prefieres y por qué: a) papeles protagónicos o secundarios b) heroínas o malvadas c) el drama o la comedia, porque ambos registros los dominas muy bien?
BRB: Lo único que necesito son personajes que estén vinculados a la trama central, que tengan un discurso y que aporten algo, que sean personajes con contradicciones, y esos los puedes encontrar en todos los géneros dramáticos.
Así que no tengo preferencia. Digamos que tengo absoluta libertad para entregarme a ellos.
CC: ¿De los diferentes medios (teatro, televisión o cine), cuál crees que exige mayor rigor o entrega por parte de una actriz?
BRB: Todos los medios tienen su punto débil, que es a la vez lo más atractivo, porque todo ello es adrenalina para el disfrute que representa cada reto en sí.
En el teatro, por su condición efímera, cada noche lo mismo es diferente…
En la televisión he pasado 25 años de mi vida, hemos desarrollado un especie de relación amor-odio, jajaja… Por su alcance, me ha hecho ganar una popularidad en Cuba que nunca imaginé.
Y el cine seguirá siendo una pasión que perdura como la primera vez. Hace tres años no filmo, así que el reencuentro será como ese amor que esperas, que fue a la guerra y aun no llega. Recuerda que nuestro cine está en guerra…, muchos estamos esperando nuevas soluciones. Aun es parte de mis sueños, y espero no perder la esperanza.
CC: ¿Cómo asumiste el reto de hacer la voz de un personaje para un filme de animación como “Chico y Rita”, algo que generalmente se hace en un estudio en solitario, sin interacción real con el set o el resto del elenco?
BRB: La voz de mi personaje de “Chico y Rita” fue realizada de una manera muy diferente. Fernando Trueba hizo uso de una técnica novedosa, y no solo le puse voz a ese personaje, también el mismo se dibujó basado en mi físico y en los movimientos escénicos que estaban previstos. Fue una experiencia fabulosa.
CC: ¿Puedes hacerme una comparación del estado actual del cine cubano con el que conociste en tu juventud o en el que trabajaste hace 20 años?
BRB: Creo que por otras respuestas similares andará esta.
Hoy todo es muy diferente: la dialéctica en el cine cubano es solo una teoría, porque la transformación debe generar algo novedoso y con resultados. No te hablo desde el punto de vista de la creación y el talento que existe, sino de la renovación de un sistema de producción que responda a los intereses actuales.
Pero la comparación tiene que ver con los tiempos que están corriendo, todo está cambiando constantemente y nosotros, creo que salvo escasas excepciones, estamos detenidos. Por tanto, no es necesario comparar para llegar a una conclusión: tenemos un cine que pocas veces se proyecta hacia lo universal, porque seguimos atrapados por las circunstancias.
CC: Laura de la Uz, otra actriz cubana con la que has compartido elenco, como en “La película de Ana”, ha manifestado públicamente la necesidad de promulgar de una vez una Ley de Cine en Cuba, para favorecer y regularizar el trabajo de los cineastas independientes. ¿Qué crees al respecto?
BRB: La proyección es de muchos. Se han planteado fórmulas, estudios muy serios, y de lo único que estoy convencida es que ya es un hecho que no se puede detener.
Mientras más tiempo pase, nos seguiremos perdiendo la oportunidad de hacer nuestra historia como generación de artistas y creadores en el cine.
CC: ¿Proyectos futuros en el cine, o de otra naturaleza? ¿Te atreverías en un futuro a dirigir una película, y traspasar la barrera de la actuación a la de la realización?
BRB: Te diré que estoy esperando el estreno de “Leontina”, la película de Rudy Mora y, como parte de mi atrevimiento, estoy trabajando en un proyecto de cine que se llama “El Regreso”. Es un policíaco, tengo el apoyo de RTV Comercial, así que el año próximo estaré rodando mi primera película.
Tendré un codirector y haré lo posible por hacer bien ambas cosas, actuar y dirigir. Albertico Luberta escribe con mis aportes el guión y Senel Paz está ayudando en la asesoría, basado en Mónica, el personaje de “Tras la huella” que hice durante 10 años en la televisión, pero en nuevas circunstancias y con el rol de protagonista.
Director, editor y guionista cubano ganador en 2017 de un Emmy Award de la National Academy of Television Arts and Sciences (NATAS) en Estados Unidos, de la que ha recibido 5 nominaciones anteriores.
También ganador en la categoría Video del Gerald Loeb Award 2017, el galardón más alto y prestigioso en Estados Unidos al periodismo financiero y de negocios, ganador del Premio Coral Especial del Jurado en el Festival Internacional de Cine de La Habana de 1997 por su largometraje documental “El cine y la vida”, así como otros reconocimientos internacionales. Algunos de los filmes que ha editado han sido nominados a los Premios Goya en España, así como a los Premios Platino del Cine Ibeoramericano.
Actualmente reside en Miami y trabaja como editor para NBC Universal Hispanic Group.