Me resulta doloroso y alarmante que un desproporcionado – en el mejor y más explícito sentido del término- salvaguarda y promotor de las artes cinematográficas cubanas, como mi respetado amigo Juan Antonio García Borrero, que sigue con sus raíces bien arraigadas a su natal terruño, decida romper con su “status quo” en el Centro Provincial de Cine de Camagüey y, con ello, desandar el espinoso camino de la vida inquieta, azarosa, imprevisible, incómoda por el sendero incierto que se le avecina, incomunicado de la comunidad virtual que el acceso –limitado, pero asequible y para él, prospero- le proporcionaba su condición laboral como abnegado trabajador de la cultura.
Si existe en Cuba algún sitio digital más fecundo y serio, ya antológico por la salvaguarda del cine cubano, por promover una guerra sin fronteras muy diáfana contra el inmovilismo teórico en la crítica cinematográfica en Cuba, contra el pensamiento adocenado de muchos que la ejercen, proponiendo nuevas propuestas o lógicas de razonamiento y, por ende, escalando niveles jerárquicos en la poliédrica visión que puede acompañar a cualquier movimiento cultural, ese es “Cine Cubano: la pupila insomne”.
Pero no es solo eso: Juan Antonio es uno de los más fecundos autores que, como prolífico ensayista e investigador – o al revés, que puede no significar lo mismo- ha dejado una pauta en el análisis de la enjundiosa obra fílmica que se ha creado en Cuba antes y después de la creación del Instituto de Cine (ICAIC). Junto a Luciano Castillo, Joel del Río, Dean Luis Reyes, Gustavo Arcos, María Caridad Cumaná, Mario Naito, entre pocos otros, ha logrado gestar y mantener un espacio de intercambio real con el Taller de la Crítica Cinematográfica, donde a lo largo de 21 años se han perfilado los senderos de este movimiento de investigación.
Para más currículum, logró hacer realidad el sueño de convertir, desde el Centro Provincial de Cine, también ejecutada en colaboración con la Oficina del Historiador de dicha ciudad, una de las más visitadas arterias de Camagüey: “La calle de los cines”, pero luego de eso el desentendimiento y algunas que otras acciones de algunas autoridades –no especifica si culturales o de gobierno- empiezan a hacer lastre en dicho empeño.
Así, nos llega la noticia de su desencanto o decepción, por medio de su bitácora, y la inquietud plasmada en ella. Según él, refiriéndose a su decisión en diferentes post públicos:
Jamás se les ha explicado que sus establecimientos forman parte de un proyecto cultural mayor (el Paseo temático). Y es probable que sus jefes no tengan la menor idea de qué importancia tiene la figura de Federico Fellini en la historia de la espiritualidad (ya no solamente del arte cinematográfico).
(…) esos jefes (…) resuelven ante sus empleados que el proyecto original (…) carece de utilidad pública. De modo que con esas impunidades de nuestros excelsos profesionales de la mediocridad local encaramados en el poder, no es de extrañar que donde hoy se lee “Bar Esperanza, el último que cierra”, mañana leamos “La gozadera”.
Que renuncie a las responsabilidades y sueños que hasta ahora tenía dentro del Centro de Cine de Camagüey no significa que le esté restando valor a lo que allí existe, y a lo que se puede lograr, mucho menos sabiendo que ese Paseo es único en el contexto nacional.
En un contexto como ese es posible entender el repliegue de los creadores a ese mundo interior donde garantizarían la realización de su obra, pero sin un desvelo real por lo público, cuya construcción de sentidos delegan en funcionarios y políticos, más atentos al cumplimiento milimétrico de lo reglamentado que a la innovación.
Por suerte, a estas alturas me obsesiona más la calidad de aquello que ocupa mi tiempo que las formalidades del trabajo donde esté. Así que espero que las escrituras sobre el cine cubano que tengo pendientes no me hagan sentir un desocupado.
Reenfocando este asunto con serenidad (que es algo que no podría faltarnos si de veras queremos que la inteligencia emocional funcione), veo como positivo lo siguiente: ya sé que todo aquel que pida mi colaboración en proyectos culturales, puede contar conmigo, excepto en Camagüey. Y suspiro aliviado…
Durante este tiempo que vendrá (no tengo idea de cuán extenso pueda ser), el blog y su perfil en Facebook permanecerán inactivos.
Esperamos que nuestro amigo y guardián celoso de la cultura Juan Antonio García Borrero encuentre, por intermedio de quienes deben velar también por salvaguardar a los auténticos creadores cubanos y propiciarles un clima favorable de expresión intelectual, la forma de que muy pronto su bitácora nos siga sumando por el cine cubano y su noble visión desde la perspectiva de la crítica cinematográfica más depurada y sincera.
Director, editor y guionista cubano ganador en 2017 de un Emmy Award de la National Academy of Television Arts and Sciences (NATAS) en Estados Unidos, de la que ha recibido 5 nominaciones anteriores.
También ganador en la categoría Video del Gerald Loeb Award 2017, el galardón más alto y prestigioso en Estados Unidos al periodismo financiero y de negocios, ganador del Premio Coral Especial del Jurado en el Festival Internacional de Cine de La Habana de 1997 por su largometraje documental “El cine y la vida”, así como otros reconocimientos internacionales. Algunos de los filmes que ha editado han sido nominados a los Premios Goya en España, así como a los Premios Platino del Cine Ibeoramericano.
Actualmente reside en Miami y trabaja como editor para NBC Universal Hispanic Group.